domingo, 6 de noviembre de 2011

Al -Qaeda y la ley islámica en Libia. Los mercenarios de la CIA en la "revolución" Libia

Mustafa Abdelyalil, el ex ministro de Justicia de la Yamahiria Árabe Libia convertido en presidente del Consejo Nacional de Transición, anunció la intención de los rebeldes de convertir Libia en un Estado islámico y de implantar la charia (ley islámica) como su única ley.
Ya desde el primer mes de la agresión de la OTAN contra Libia, la Red Voltaire denunciaba a través de este mismo sitio web el papel de Al-Qaeda en la desestabilización tendiente a justificar la intervención militar extranjera en Libia.


Según el periodista Sherif Elhelwa, la bandera de Al-Qaeda ondea actualmente, junto a la de los rebeldes, sobre el Palacio de Justicia de Benghazi, edificio devenido en centro histórico y simbólico de la revuelta que estalló en la región de Cirenaica.



¿Que es Al-Qaeda y por que lo utilizó la CIA?
Al-Qaeda no es una organización centralizada sino más bien una especie de agrupación de fanáticos, de sicóticos, agentes dobles, provocadores, mercenarios, etc. Como ya explicamos anteriormente, Al-Qaeda fue creada por Estados Unidos y los británicos durante la guerra contra los soviéticos en Afganistán. Es evidente que la mayoría de sus líderes, como el famoso vicecomandante Ayman Zawahiri, o la actual estrella en ascenso Anwar Awlaki, son agentes dobles del MI6 y/o de la CIA. La creencia fundamental alrededor de la cual se estructura Al-Qaeda es que todos los gobiernos árabes o musulmanes actuales son ilegítimos y que deben ser derrocados ya que no representan al califato que Al-Qaeda dice ver en el Corán. Eso significa que la ideología de Al-Qaeda constituye para las agencias de inteligencia una herramienta sencilla y lista para uso cuando se trata de atacar y desestabilizar a los gobiernos árabes y musulmanes establecidos, en el marco de la constante necesidad imperialista y colonial de saquear y de atacar a las naciones en vías de desarrollo. Esto es precisamente lo que está sucediendo actualmente en Libia.
Al-Qaeda surgió del medio político-cultural de los Hermanos Musulmanes, o Ikhwan, creado también por los servicios de inteligencia británicos en el Egipto de los años 1920. Estados Unidos y Gran Bretaña utilizaron entonces a los Hermanos Musulmanes egipcios como movimiento de oposición contra las brillantes políticas antiimperialistas del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, quien estaba logrando enormes victorias para su país con la nacionalización del canal de Suez y la construcción de la represa de Asuán, sin las cuales era inconcebible el Egipto moderno. Los Hermanos Musulmanes actuaron contra Nasser como una especie de «quinta columna», compuesta de agentes extranjeros, exactamente de la misma manera en que Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) proclama a toda voz su respaldo a la rebelión contra el coronel Kadhafi.
En mi reciente libro El terror fabricado: Made in USA [15] refiero detalladamente la naturaleza de Al-Qaeda, por lo que no repetiré aquí ese análisis. Me limitaré a recordar que no tenemos por qué creer en el fantasioso mito que el gobierno de Estados Unidos ha construido alrededor de la apelación «Al-Qaeda», para reconocer el ya demostrado hecho de que los militantes o los desequilibrados que se unen a las filas de Al-Qaeda son a menudo sinceros en lo que se refiere a su odio y su ardiente deseo de «matar estadounidenses y europeos». La política de la administración Bush utilizó la supuesta presencia de Al-Qaeda como pretexto para desencadenar un ataque militar directo contra Afganistán e Irak. La administración Obama está modificando esa política al intervenir junto a una rebelión en la que Al-Qaeda y sus aliados están fuertemente representados porque atacan al régimen autoritario del coronel Kadhafi, que se mantenía en el poder desde hace décadas. Ambas políticas conducen al fracaso y es necesario abandonarlas.
Los jefes de los rebeldes Jalil y Yunis, al igual que la mayor parte de los miembros del Consejo de los rebeldes libios, son miembros de la tribu Harabi, vinculada a Al-Qaeda
El resultado de la presente investigación es que la rama libia de Al-Qaeda es una prolongación del Grupo Islámico Combatiente en Libia en Derna y Benghazi. La base étnica del GICL es, aparentemente, la tribu Harabi [profundamente] antikadhafista, de la que procede la gran mayoría de los miembros del Consejo de los rebeldes, incluyendo a sus dos principales líderes Abdul Fatah Yunis y Mustafa Abdul Jalil. Estos elementos demuestran que, en la práctica, el Grupo Islámico Combatiente en Libia, la élite de la tribu Harabi y el Consejo de los rebeldes respaldado por Obama están muy estrechamente vinculados. Como me decía hace algunos años el ex ministro de Relaciones Exteriores de la República de Guyana y presidente de la Asamblea General de la ONU, Fred Willis –quien fue un verdadero combatiente contra el imperialismo y el neocolonialismo–, tras las formaciones políticas en los países en vías de desarrollo (y no sólo en esos países) se esconden a menudo rivalidades étnicas o religiosas. Eso es lo que sucede en Libia. La rebelión contra Kadhafi es una mezcla envenenada de odio fanático contra Kadhafi, de islamismo, de tribalismo y de rivalidades locales. Desde este punto de vista, la decisión de Obama de tomar partido en una guerra tribal es una idiotez.
Cuando Hillary Clinton viajó a París para que el presidente francés Nicolas Sarkozy le presentara a los rebeldes libios, la secretaria del Departamento de Estado se reunió con el líder de la oposición libia Mahmud Jibril, un personaje que recibió una educación estadounidense y cuyo nombre ya era conocido para los lectores de Wikileaks como uno de los [interlocutores] preferidos de Estados Unidos [16].
Jibril puede ser considerado un personaje presentable en París, pero los verdaderos cabecillas de la insurrección libia son en realidad Jalil y Yunis, dos ex ministros de Kadhafi. De estos dos personajes, el verdadero jefe parece ser Jalil, al menos por el momento: «Mustafa Abdul Jalil o Abdul-Jalil (en árabe: مصطفى عبد الجليل, que también puede escribirse Abdul-Jelil, Abd-al-Jalil, Abdel-Jalil o Abdeljalil, y también a veces, erróneamente, Abud Al Jeleil) es un político libio nacido en 1952. Fue ministro de Justicia (y, de forma no oficial, secretario del Comité General del Pueblo) del coronel Muammar el-Kadhafi (…) Abdul Jalil ha sido identificado como el presidente del Consejo Nacional de Transición basado en Benghazi, aunque otros elementos entre los rebeldes cuestionan su nominación a ese puesto debido a sus relaciones pasadas con el régimen de Kadhafi.» [17]
En cuanto Yunis, estuvo estrechamente vinculado a Kadafhi desde que este último tomó el poder, en 1968-1969. «Abdul Fatah Yunis (en árabe: عبد الفتاح يونس) es un alto oficial del ejército libio. Tenía rango de general y ocupó el puesto de ministro del Interior antes de dimitir el 22 de febrero de 2011…» [Ibid.]
Lo que más debería inquietarnos es que tanto Jalil como Yunis son miembros de la tribu Haribi, mayoritaria en el noreste de Libia, que es precisamente la tribu que se relaciona con Al-Qaeda. Según la agencia Stratfor, «…la tribu Harabi es históricamente un poderoso conjunto de clanes del este libio que ha visto declinar su influencia bajo Kadhafi. El líder libio confiscó, en efecto, tierras cultivables a los miembros de esa tribu para entregarlas a otros clanes más débiles, pero más leales… La mayoría de los líderes del este libio hoy emergentes provienen de la tribu Harabi, incluyendo a los jefes del gobierno provisional instalado en Benghazi, Abdel Mustafa Jalil y Abdel Fatah Yunis, que tuvieron un papel fundamental en la deserción de ciertos militares al principio de la insurrección» [18]. Es un poco como una carrera por la presidencia [estadounidense] en la que ambos candidatos provienen del mismo Estado, con la diferencia de que las feroces rivalidades tribales agravan considerablemente el problema.


¿Cuántos miembros, veteranos o simpatizantes de Al-Qaeda componen el Consejo de los sublevados?

Todo lo que se sabe a través de la bruma de la guerra es que se han divulgado oficialmente los nombres de menos de una docena de miembros del Consejo, o sea no más de la mitad de sus 31 miembros. Los medios de prensa estadounidenses y europeos no han tratado de identificar para nosotros los nombres que ahora conocemos y, sobre todo, han hecho todo lo posible por no llamar la atención sobre esa [oscura] mayoría de miembros del Consejo de sublevados que sigue actuando en el mayor secreto. Tenemos que exigir, por consiguiente, que se den a conocer los nombres de los miembros, veteranos o simpatizantes del GICL que forman parte de dicho Consejo.


Estamos siendo testigos de un intento de la tribu Harabi por tomar el poder sobre las otras 140 tribus libias. Los Harabi ya tienen prácticamente el poder hegemónico en la región cirenaica. En el núcleo de la confederación Harabi se encuentra el clan El-Obeidat, dividido a su vez en 15 subclanes [22]. Todas esas consideraciones pudieran no presentar más interés que el puramente académico, si no existiese esta evidente conexión entre las tribus Harabi, por un lado, y, por el otro, el GICL y Al-Qaeda.

Más noticias relacionadas con Libia, Al-Qaeda y las potencias imperialistas en Voltarinet.org:
  • Como los hombres de Al-Qaeda llegaron al poder en Libia.
    Thierry Meyssan ha reunido los principales elementos disponibles sobre ese tema. Los hechos aquí citados confirman su análisis, desarrollado desde la época de los atentados del 11 de septiembre de 2001, de que Al-Qaeda es en realidad un conjunto de mercenarios que Estados Unidos ha venido utilizando como fuerza de combate en Afganistán, Bosnia Herzegovina, Chechenia, Kosovo e Irak, y a los que recurre ahora en Libia, Siria y Yemen.
  • Enemigos de la OTAN en Irak y en Afganistán, aliados en Libia.
    Basándose en el análisis que hizo la academia militar de West Point de los archivos confiscados al Emirato Islámico de Irak, el historiador y periodista estadounidense Webster G. Tarpley demuestra que los miembros del Consejo Nacional de Transición libio provienen en su mayoría de Al-Qaeda. En un amplio movimiento de reorganización de sus acciones secretas, Estados Unidos está dirigiendo en Libia –y en Siria– a los yihadistas contra los cuales luchó en Irak y en Afganistán. El grito cínico de Washington es probablemente en este momento: «¡Ha muerto Ben Laden! ¡Vivan los benladistas!».
  • Al-Qaeda en contra de la posición de Ahmadinejad sobre el 11 de Septiembre.
    Según la publicación electrónica de Al-Qaeda, los chiítas, y en particular Irán, han emprendido una yihad superficial contra Estados Unidos y se niegan a reconocer el 11 de septiembre de 2001 como «la mayor operación especial de todos los tiempos» y como una victoria de Al-Qaeda. Según afirma Inspire, si los chiítas e Irán se adhieren a las «teorías de la conspiración» es para esconder así la falta de resultados de su propia yihad.
    Inspire aprovecha además la ocasión para atribuir los atentados de Madrid y de Londres a Al-Qaeda en momentos en que los tribunales españoles y británicos han abandonado esa versión de los hechos.
  • Libia: Llegada del nuevo colonialismo.
    En el pasado, el imperialismo italiano decía «traer la civilización»;(igual que los Ingleses y luego los sus descendientes en Norte América o los Españoles en su conquista del Sur) Hoy en día, el colonialismo de la OTAN afirma «traer la democracia». En definitiva, cien años después de la primera guerra de Libia, todo sigue igual. Ninguna enseñanza se ha sacado de las masacres del pasado, Occidente sigue mintiéndose a sí mismo para apoderarse del país que ambiciona. Mientras tanto, sigue corriendo la sangre.
  • La Familia Bush y la Alemania Nazi
    El Ministerio de Guerra de los Estados Unidos incorporó en el pasado, expertos en guerra biológica y en armas de destrucción masiva nazis, quiénes tuvieron la oportunidad de ensayar y probar su "especialidad" sobre los millones de civiles cuando estuvieron bajo las ordenes de Hitler.
    Información recopilada y expropiada de:

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