Por Txente Rekondo
Las declaraciones de Karzai, la respuesta de la resistencia afgana (sobre todo de los talibanes), el papel de los protagonistas regionales, son parte también de ese escenario donde parece que al figura del Gran Juego vuelve a planear con fuerza sobre ese estado asiático.
El presidente norteamericano ha puesto sobre la mesa tras su anunciada reducción de tropas a partir de finales de este año (esta primera fase reduce más de treinta mil efectivos para mediados de 2010, más o menos las mismas fuerzas que incrementó en 2009) su intención de apostar por una nueva estrategia en Afganistán (otra más, que dicen con ironía algunos comentaristas). Obama es consciente que en los próximos meses la política de EEUU va a estar dominada por la larga campaña electoral hacia la presidencia, y a día de hoy buena parte del electorado está cansado del coste que supone la ocupación de Afganistán, ya que sus principales preocupaciones giran en torno a la economía, el desempleo o el déficit.
Tras diez años de guerra, parece que ha llegado el momento de "pasar la patata calienta a otros", y hay quien ve en las palabras del propio Obama un solapado reconocimiento a la imposibilidad de ganar la guerra, al tiempo que estaría abriendo la puerta a un consenso para afrontar una solución. No obstante hay quien remarca las carencias del discurso presidencial, al no mencionar nada sobre "el futuro de Karzai y su gobierno, la fortaleza de la resistencia, la corrupción,, el papel regional". Para esos analistas, el nuevo plan muestra la apuesta decidida por abandonar los términos a largo plazo y favorecer "las operaciones de inteligencia, las fuerzas especiales, los ataques desde aviones no tripulados y la presencia reducida de tropas en el país".
La resistencia se presenta como la gran ganadora al hilo de estos acontecimientos. El reconocimiento de que cualquier salida negociada debe contra con la participación de todos los actores (locales y regionales) se deja entrever en el nuevo escenario. Los intentos para criminalizar cualquier movimiento opositor, la apuesta por incentivar divisiones entre la resistencia, sobre todo entre los diferentes grupos que conforman el mundo taliban, o la victoria militar, han fracasado uno tras otro.
A día de hoy, la estrategia resistente se muestra por amplias zonas del país, buena parte de las mismas bajo su control. La combinación de diferentes tácticas está dándoles sus frutos. Los ataques contra posiciones aisladas y remotas de las fuerzas extranjeras (operaciones masivas, ataques suicidas, bombas en los caminos), unido a demás a evidentes muestras de infiltración en las nuevas fuerzas afganas (policía y ejército), están logrando importantes efectos psicológicos y al mismo tiempo muestran su fortaleza.
Paralelamente, desde hace semanas se ha intensificado la campaña contra los "colaboradores" de la ocupación, con importantes figuras del nuevo entramado institucional afgano siendo víctimas de esa campaña, lo que al mismo tiempo reduce las posibilidades de la coalición ocupante de poder contra con aliados locales. Junto a ello las operaciones de dicha coalición (bombardeos indiscriminados, redadas nocturnas, menosprecio por la población local en casos puntuales) son unan fuente inagotable de razones para que la población local les vuelva la espalda y para que la resistencia articule una campaña propagandística.
Por último, tampoco hay que olvidar la capacidad que viene mostrando la resistencia para mantener un sistema de justicia paralelo que en opinión de algunos observadores "funciona relativamente bien", sobre todo si lo comparamos con la "ausencia generalizada" del actual estado afgano en la mayor parte del país.
La figura del actual presidente afgano, Hamid Karzai, también ha ocupado una cierta centralidad estas semanas. Su anuncio de que EEUU estaría negociando con los talibanes ha podido sorprender a todo aquel que no conoce la realidad afgana, sin embargo, esta maniobra de Karzai hay que enmarcarla en su propia estrategia. El presidente afgano se está dirigiendo a su pueblo con esas maniobras, conocedor del escaso apoyo que cuenta y que sus distancias con Washington son cada día más evidentes, intenta dar muestras de un alejamiento de la política de EEUU
Aquí se enmarcan sus "amenazas" a la OTAN, su afirmación de que los norteamericanos están en el país en defensa de sus intereses, o su amenaza de que la historia muestra cómo tratan los afganos a los ocupantes. Con esa dialéctica intenta ligar el fracaso y la corrupción con las fuerzas ocupantes, convenciendo al pueblo afgano que EEUU es la cauda de todos los males.
Pero al mismo tiempo, Karzai es consciente de que su futuro político está estrechamente ligado a la presencia de los militares estadounidenses, y por ello quiere que la Casa Blanca siga apoyándole, pues de lo contrario, "Afganistán caería en manos talibanes", con lo que ello significa para los intereses norteamericanos.
En este contexto nadie sabe con seguridad cuál puede ser el futuro político de Karzai, pero todo parece indicar que si EEUU logra encontrar un aliado más firme en Afganistán, como dice la canción "los días que le quedan son una cuenta atrás".
Las potencias regionales también mueven ficha dentro del tablero de este Gran Juego. Pakistán sigue manteniendo un difícil equilibrio, la capacidad o la falta de la misma, para hacer frente a la militancia islamista dentro de sus fronteras, o el amor/odio hacia EEUU son factores a tener en cuenta. Casi nadie duda que la participación de Islamabad en cualquier solución negociada sea necesaria, ya que su marginación del teatro afgano le daría carta verde para lanzar operaciones de desestabilización en la región. Esta recuperación de protagonismo es directamente proporcional a la pérdida del mismo por parte de India, que hasta ahora había apostado fuerte por desplazar a Pakistán del centro de poder afgano.
Irán también se está moviendo ante la irrupción de un nuevo escenario, distanciándose de su agenda oculta de colaboración con EEUU y buscando nuevas alianzas en la región. Por su parte Rusia sigue de cerca los acontecimientos, consciente de la influencia afgana en Asia Central ("su patio trasero") y sobre todo deseando presentar un futuro Afganistán que signifique la derrota de EEUU, situándolo en el mismo nivel que la sufrida por Moscú en los años ochenta. China, de confirmarse el auge del protagonismo paquistaní, aumentará los lazos/dependencia con Islamabad, consciente también de que la inestabilidad afgana tiene sus consecuencias en la región, e intentando asegurar una estabilidad transfronteriza.
En los próximos meses se irá desgranando el futuro afgano, y si se acaba aceptando por las fuerzas de ocupación que la "resistencia es una parte del pueblo afgano", la reconciliación se introducirá en esa nueva fase, y algunos apuntas a la fórmula "olvido y perdón". Obama es consciente que cualquier reducción de las tropas pasa por un acuerdo global, donde tomen parte la mayor parte, sino todos, de los actores mencionados anteriormente, incluida la resistencia.
En esa clave se situarían además el supuesto congreso que Alemania estaría organizando en Berlín para el próximo mes de diciembre (donde la presencia taliban podría estar asegurada) o el anuncio del propio Obama para celebrar una Conferencia Internacional en mayo del 2012 en Chicago (donde estarían únicamente EEUU y sus aliados, y que se enmarcaría en una clave electoral para al reelección). De momento las conjeturas siguen presentes, como lo sigue el tórrido verano afgano y las continuas operaciones contra la ocupación extranjera de Afganistán.
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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