domingo, 5 de junio de 2011

De las elecciones, los terroristas y otros cuentos..

En los últimos años he tenido una participación activa en la política ejerciendo como concejala de mi municipio y siendo candidata en las últimas elecciones generales. He aprovechado también para estudiar en profundidad las páginas de la historia del siglo XX que la oficialidad ha tratado de ocultar. Todo ello me ha revelado lo absurdo que es tratar de cambiar un estadocuyas raíces económicas y políticas están podridas.
A pesar de que he tenido varias propuestas para presentarme a las próximas elecciones, mi desengaño del sistema vigente es tal que me parecería una traición a las convicciones que he ido adquiriendo con la experiencia y el estudio. Me he dado cuenta de que el estado se convierte en una máquina de opresión para el ciudadano, independientemente de la tendencia política que lo dirija. El ejercicio del poder y la imperiosa necesidad de preservar el sistema y el status adquirido generan una corrupción que se extiende como la peste desde las cúpulas de gobierno hasta todos los rincones de la sociedad. Esta enfermedad mortífera es percibida como un mal menor. Tal es la alienación que ejerce el aparato estatal sobre las conciencias individuales y colectivas.

Soy consciente de que quienes queremos cambiar la organización política del mundo y hemos dejado de creer en el estado como instrumento nos hallamos ante un gran dilema. El mismo ante el que se encontraron los revolucionarios barceloneses el 19 de Julio de 1936 cuando, tras haber repelido al fascismo, decidieron por noble convicción no ocupar las instituciones de la Generalitat Catalana y mantener en ellas a la burguesía representada por Companys, quien finalmente les traicionó. Con el corazón y los ideales por bandera, no querían los anarquistas catalanes instaurar una dictadura del proletariado. A tenor del desenlace fatal que tuvo esta decisión pienso que estos héroes se equivocaron. Llegado el momento cumbre de una revolución, es preciso ocupar sin dilación las instituciones para posteriormente disolverlas y organizar comunalmente la sociedad.
Aunque no ha sido el factor más importante, también he influido en mi decisión de abandonar la política institucional la presión que se ha ejercido sobre mi carrera artística y educativa, quedándome cerradas las puertas de los centros docentes, organismos culturales públicos y subvencionados. A pesar del daño que personal y profesionalmente se me ha hecho, este sufrimiento en carne propia me ha alumbrado definitivamente sobre la complejidad del entramado de corrupción que ejerce como bastión de todo el sistema político. Más allá de las diferencias ideológicas que se aparentan, se escenifican y se prodigan en discursos, que no en acciones, la consigna básica de toda tendencia política institucionalizada es el mantenimiento del sistema, la alternancia y el reparto temporal de poderes e influencias con fines lucrativos.
Desgraciadamente la impronta en la mente del hombre y la mujer de los pueblos ibéricos es difícilmente reparable. Durante 70 años la maquinaria estatal ha estado trabajando sin descanso para atolondrar al ciudadano, para arrebatarle toda capacidad crítica o librepensadora, para hacerle ver como terroristas a quienes se desmarcan del pensamiento oficial. Son varias generaciones educadas en la ingnorancia, en la sumisión a lo establecido como única vía. Tal ha sido la fuerza centrífuga de este lavado de cerebro colectivo, que ante el asalto actual a los derechos del trabajador, su capacidad de reacción es nula.
En realidad el hombre occidental es tratado como un niño al que se puede contar un cuento con la moraleja que conviene. El estado dispone de unos canales de comunicación tan potentes que son capaces de hipnotizar al espectador e inculcarle una fe ciega en el mensaje previamente diseñado según los planes convenidos por los distintos círculos de poder encabezados por el económico. La CIA y el Pentágono son maestros en manipular el pensamiento colectivo, y han reclutado aplicados discípulos entre todos los estados de su órbita de influencia. Las cúpulas de EEUU llevan más de un siglo estudiando y practicando técnicas para dirigir la opinión pública, han tenido ocasión y necesidad de ponerlas en práctica en multitud de ocasiones y de enseñarlas en otros países. No les supone un esfuerzo extraordinario escenificar el ocaso de Bin Laden. Lo han hecho con la misma facilidad con que crearon su mito como excusa para seguir explotanto su gran negocio: la guerra y la invasión despiadada de otros pueblos para saquear sus recursos e imponer criterios convenientes.
EEUU es el paradigma del estado corrupto. A su imagen y semejanza nació la Unión Europea. El afán globalizador de estos dos monstruos junto con China ha supuesto el desmantelamiento de la industria tradicional ibérica, de la ganadería y de la agricultura. Hemos tenido que constreñirnos a una moneda cuya fortaleza es excesiva para nuestra capacidad y ello nos ha hecho perder poder adquisitivo y productivo. Es decir, que la UE ha dado al traste con todo el sistéma económico, ya de por sí no muy pujante, que representaba la peseta. Esta era la gran oportunidad que nos vendieron en su momento. Ahora la única oportunidad que le queda al trabajador e incluso al empresario es la de emigrar con la pérdida de capital humano y la tragedia que ello supone.
Pero la poderosa maquinaria de comunicación estatal es capaz de cambiar el pensamiento y la visión de las gentes con operaciones bastante simples. Si en un momento dado interesa el crecimiento del crédito, se convence fácilmente al ciudadano para que así lo promueva, se fabrica una crisis posteriormente y se le arrebata su patrimonio regañándole por haberse endeudado en exceso. Si en otro momento conviene fomentar el ahorro para que los capitalistas puedan recuperar el nominal de sus bonos, no habrá problemas para difundir un mensaje de asuteridad general.
Personalmente abogo por la liberdad individual que se subleve contra toda esta manipulación organizada. El discurso político se me antoja limitado para trasladar un mensaje tan universal. A pesar de las mil y una vicisitudes que me planteó la vida en sociedad, la naturaleza me otorgó la disciplina y las cualidades necesarias para la creatividad y la expresión artística.
Y quizá sea el arte el arma más adecuada para bombardear al ejército de mentiras con que nos invade el sistema.  
Manuela Trasobares Haro. 
http://manuelatrasobares.blogia.com
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