Desde 2003 diferentes universidades y empresas españolas e israelíes, apoyadas por una generosa financiación de la UE a través del Programa Europeo de Investigación en Seguridad (ESRP por sus siglas en inglés), han promovido una concepción “dura” de la seguridad en Europa. Para ello, han ligado a la modernización y la eficiencia tecnológica de la industria securitaria en Europa al papel de las policías y agencias de seguridad europeas para luchar contra el crimen, la inmigración irregular y el terrorismo. Así, se fomenta la investigación en vigilancia y recopilación de información, control de fronteras, identificación biométrica, uso de aeronaves no tripuladas, protección contra amenazas terroristas, gestión de situaciones de crisis, unificación de bases de datos policiales, etc.
Esta visión ha sido muy criticada por amenazar las libertades civiles y no ofrecer más que “parches” tecnológicos para contener diferentes problemas sociales y políticos, mientras se ignora la raíz de éstos. Por otro lado, el programa ESRP también ha sido denunciado porque la Comisión Europea aprueba sus presupuestos fuera de los mecanismos de decisión y control democráticos de la Unión Europea.
En 2003 se lanzó el ESRP para crear un “complejo industrial de seguridad” en Europa. Para ello se incrementó, con ayudas públicas, la investigación en la vigilancia terrestre, marítima, aérea, espacial e informática. Todo está integrado en el séptimo Programa Marco de Investigación de la Unión Europea, el principal instrumento para la investigación en la UE. Entre 2007-2013, el programa ESRP ha recibido 1.400 millones, un 4,3% del total.
Dentro de este marco de investigación, las colaboraciones entre instituciones y empresas españolas e israelíes son frecuentes. La Universidad del País Vasco, la Carlos III, las Politécnicas de Madrid y Catalunya, la de Burgos y la de Murcia o incluso la Consellería de Salud de la Generalitat de Catalunya y el Ayuntamiento de Valencia son algunas de las instituciones que han colaborado en este sentido. Entre las empresas encontramos a Telefónica I+D, Indra, Eurocopter España o la sección española de EADS, entre otras. Así, de los 87 proyectos que en este momento se ejecutan en el ESRP, en 21 participan entidades públicas o privadas israelíes, y en 12 de ellos éstas colaboraban con instituciones españolas.
Además, tres de estos proyectos tienen coordinación israelí. Este país es el único no comunitario que dirige proyectos de investigación del programa ESRP. La gestión de la emergencia La participación israelí en estos programas de investigación muchas veces tiene que ver con la gestión de situaciones de emergencia y terrorismo por parte de las autoridades.
Así, el ya finalizado proyecto SAFECOMMS, consistía en la creación de un manual para los gobiernos sobre cómo manejar situaciones de pánico tras ataques terroristas. Con una financiación de un millón de euros, el proyecto ha estado coordinado entre otros por Shlomo Shpiro, de la Universidad de Bar-Ilan en Israel y especializado en contraterrorismo y relaciones entre Israel y la UE, y Antonio M. Díaz Fernández, investigador de la Universidad de Burgos especializado en servicios de inteligencia, antiterrorismo y el papel de las fuerzas armadas.
El objetivo es dotar a las autoridades de medios para desarrollar estrategias de comunicación que “restablezcan la confianza de la población y permitan una vuelta tranquila a la normalidad”. La investigación se ha realizado a partir de varios casos de estudio,desde acciones de ETA o el IRA hasta atentados en Iraq o Israel. Otro proyecto similar es DESURBS, con un coste de 4 millones. Su objetivo es analizar y rediseñar la seguridad de áreas urbanas, centrándose en Barcelona, Nottingham y Jerusalén. El objetivo es mejorar la preparación y la respuesta ante riesgos naturales o ataques terroristas.
Este proyecto cuenta con participación española del Centro Internacional de Métodos Numéricos en Ingeniería (CIMNE) del campus de la Universidad Politécnica de Barcelona y de la Universidad Hebrea de Jerusalén, entre otros. La participación del CIMNE consistirá en proporcionar herramientas de representación de datos y simulación de entornos urbanos para permitir planificar los protocolos y respuestas ante situaciones de emergencia, tratando de encontrar un “compromiso entre la protección de los derechos individuales y el control de las personas”. Por su parte, la Universidad Hebrea de Jerusalén colaborará en la construcción del sistema, mediante la monitorización de la “vulnerabilidad y la capacidad de recuperación de puestos sometidos a situaciones de terror”.
Además, entidades españolas e israelíes también colaboran en proyectos destinados al control de fronteras, como SEABILLA, de 1 millón de euros, que busca mejorar la eficiencia en el control de las fronteras marítimas europeas, mediante el control y seguimiento de todo tipo de embarcaciones por espacio, tierra, mar y aire. En este proyecto, la Universidad de Murcia, Eurocopter España e Indra (que además lidera otro gran proyecto europeo de vigilancia de fronteras marítimas, PERSEUS), colaboran con la empresa israelí Correlation Systems.
Otro proyecto de control fronterizo con colaboración española e israelí es TALOS, con un coste de dos millones de euros, que investiga la utilización de vehículos no tripulados, aéreos y terrestres, para el control de fronteras. Sistema que será implantado en Polonia para controlar la inmigración en el este de Europa, y probablemente se extenderá a otros países de la unión.
UN LÁSER PARA ESPIAR CONVERSACIONES
REDACCIÓN
El profesor de la Universitat de València, Javier García Monreal, junto a un equipo de la Univesidad Bar-Ilán, en Israel, ha desarrollado un láser que al apuntar a la cabeza de una persona a 100 metros de distancia, es capaz de registrar sus palabras.
Según explicaba Javier García en El Mundo se utilizará en el ámbito securitario de la seguridad, se podrá usar para ‘ espiar’ en aeropuertos o lugares abiertos con mucho ruido ambiente para captar conversaciones concretas.
Aunque también pueden tener otros usos como la monitorización de deportistas a distancia, o en la ingeniería, para medir la vibración en las construcciones.
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