La realidad que viven las comunidades mapuche es el avance sistemático de las mineras y de las petroleras, y 320 mil hectáreas en Río Negro para la explotación del monocultivo, entre otros despojos, explica el activista mapuche Mauro Millán. Augusto Al Q’adi Alcalde
Por Augusto Al Q’adi Alcalde
Zona de Lago Puelo, Patagonia. Desde una radio comunitaria, uno de los pocos medios por donde pueden difundir su digna lucha, Mauro Millán hilvana una charla sobre la opresión y el colonialismo, el despojo de las tierras y la vida que los conquistadores de hoy, que, como los de ayer impulsan y asechan con la misma codicia. Y habla también, de resistencia del Pueblo Mapuche.
¿Cómo se organiza el proceso de recuperación de territorios?
Recuperar los territorios fue un planteamiento que surgió en 1991, cuando nace la “11 de octubre”, porque antes el planteamiento era que éramos argentinos, y teníamos derecho como cualquier otro argentino. Pero a medida que fuimos ingresando en las culturas, con mayor contacto con nuestras comunidades, nos dimos cuenta que estábamos repitiendo un discurso que no era nuestro: el de la asimilación del Estado. Y nos dimos cuenta también que para comenzar a cambiar esa situación era vital, en principio, recuperar el idioma, y también la espiritualidad, porque de ahí puede surgir un planteamiento ideológico que sea netamente Mapuche.
Y poco a poco se fue dando esto, en ese ínterin de redescubrir nuestra espiritualidad, y que disparó naturalmente todos los procesos que tienen que ver con la cultura, y con un aspecto fundamental: ese planteamiento ideológico que nosotros intentamos vivir todos los días.
En ese proceso, recuperando territorios, pero también recuperando fundamentalmente las prácticas espirituales, fundamentalmente el Camaricun o Camaruco, como le dicen en español. No es sólo un encuentro para hacer llover, el Camaruco tiene significados mucho más profundos. Tiene que ver con la relación con los elementos de la naturaleza, con un momento preciso para afianzar más la relación entre nuestra gente, no sólo de las comunidades que participan, sino también del resto de las comunidades. Y acompañamos varias recuperaciones de Camaruco.
¿Cuáles fueron los pasos que fueron dando en esas recuperaciones?
Fundamentalmente se trató de localizar a los líderes espirituales dispersos en las ciudades y en las comunidades, porque no todos tienen esa capacidad de dirigir con las normativas ancestrales una ceremonia. Y es así que debíamos ubicar a los Lonkos que estaban ocultos, a los Werkenes que también están invisibles, y para lograr eso comenzamos a generar eventos culturales, como las ferias. Yo siempre estuve vinculado a las ferias porque yo soy platero, hago platería mapuche.
Y a partir de esta convocatoria, siempre buscando una escucha, comenzamos a hacer contacto con mucha gente. También en los barrios de Esquel, de Trelew, de otras partes, y a partir de allí se fue afianzando un poco más esta posición que nosotros alimentamos con el proceso que estaban teniendo en ese momento muchas organizaciones de Río Negro, de Neuquén, y de la Gulumapu. Había comenzado a darse una acción colectiva comunitaria, como es la tarea de recuperar el conocimiento.
Y entonces a veces nosotros íbamos a la Gullumapu, a veces los Lonkos venían para aquí, manejando el mapugundun, y no sólo el idioma sino también la interpretación del idioma, a través del español, porque veíamos que cuando nuestra gente hablaba en mapugundun emanaban sabiduría permanentemente.
Resolvimos que nosotros teníamos que aprender el mapugundun. No le pidamos a un anciano que habla castellano a medias que traduzca la idea de la espiritualidad, porque ellos echaban mano e inmediatamente al sistema de pensamiento que sostiene el español.
Y así se hablaba de “Dios”, conceptos cristianos que nada tienen que ver con nuestra espiritualidad y eso fue y es un gran desafío para nosotros, pues debemos generar un espacio de autocrítica no sólo para nosotros, sino también para los propios mayores. Y que un mayor se ha autocrítico, después de 60, 70, 80 años, es difícil, pero sin embargo fuimos testigos de que esto es posible.
Pensar que el concepto de “Dios padre” es un concepto impuesto, fue y es un gran debate. Ese concepto es incongruente con la espiritualidad mapuche. No creemos en un Dios todopoderoso, ni tampoco creemos en muchos dioses. Lo que fundamentalmente se plantea es esa íntima interacción con los elementos de la naturaleza. Y cada uno tiene un rol y una importancia dentro de la cosmogonía mapuche.
¿Cuáles son los principios de la espiritualidad mapuche, y cómo se relacionan con la lucha?
Mis cuatro abuelos eran hablantes de mapugundun y debían pensar en mapugundun para hablar en castellano. Mi caso es al revés, tengo que pensar en castellano para hablar en mapugundun. Y es así cómo llegué a la conclusión (y esto es muy mío) de que la espiritualidad es un hecho matemático. ¿Por qué digo esto? Por qué todas las ceremonias tienen normativas. Es importante destacar que no es un hecho de fe.
Y estudiamos las normativas, para poder ver qué tanto había penetrado el pensamiento occidental dentro de la espiritualidad mapuche. Y entonces nos dijimos ¿si no es un hecho de fe, entonces qué es? Me acuerdo de un encuentro en el que había mucha gente, gente mayor también, y jóvenes que hablábamos de esto, decir que la espiritualidad mapuche es sólo un acto de fe. Algunos ancianos y ancianas decían que sí, que “hay que tener fe y las cosas se van a lograr”.
Y nosotros planteamos: ¿y por qué entonces tantas normativas? ¿Por qué los Rehues tienen que tener una cierta cantidad de elementos? ¿Por qué todo tiene que girar en torno al cuatro? ¿Por qué tenemos que respetar permanentemente cada una de estas normativas, y muchas más, si es simplemente un acto de fe? Si es así olvidemos todo esto, y hagamos fuerza con fe para que todas las cosas se cumplan. Y así comenzamos el debate, pero todo en el ámbito de un mapugundun, y hablando en nuestro idioma.
En ese encuentro se llegó a una idea más colectiva, más comunitaria, de que evidentemente hay cuestiones que no van acorde con este principio espiritual. Como por ejemplo la idea del tiempo. Futa quiere decir “grande” y “Chao” significa padre. Lo real y concreto es que muchos cuentan que esto es una idea impuesta por los sacerdotes católicos, pero es muy difícil debatirlo con los ancianos. Porque aquí estamos hablando de estilos y colonización ideológica.
Y entonces creo que esto también fue una forma de comprometernos fundamentalmente en el buscar las formas y las normativas ancestrales que están relacionadas con nuestro tiempo.
Y así pensamos que nuestro pueblo fortaleció la espiritualidad a partir de la observación de los hechos, y no sólo los hechos que suceden en su entorno, sino también en el cosmos. Eso fue lo que realmente guió a nuestra gente por miles de años.
A partir de que comenzamos a llevar a la práctica esa espiritualidad, nos fuimos dando cuenta de que la espiritualidad mapuche es esencialmente diferente a la espiritualidad llamada occidental, judeo-cristiana, que es la que yo conozco, no conozco otras, de hecho en mi familia practicaron el evangelismo, y se hacían reuniones en mi casa.
Tengo una imagen de la que jamás me voy a olvidar. Nosotros nos criamos en el puerto de Bahía Blanca, y yo recuerdo que mis padres hacían reuniones evangélicas, bautistas para colmo, después de grande descubrí que los bautistas nacieron en Norteamérica y todo eso, y es así como venían extranjeros a mi casa, hacían jornadas, y en estas jornadas, muchas veces estaba mi abuela, que había viajado desde lejos para visitarnos.
Y a mí me daba mucha vergüenza mi abuela. Imagínate, yo era adolescente, la mayor parte de mis compañeros de escuela tenían apellidos italianos, y yo veía a las abuelas de ellos, que no se parecían en nada a mi abuela.
Mi abuela tenía un rostro bien indígena, con su trenzas largas, y yo le decía a mi mamá: “¡hasta los perros le ladran a mi abuela cuando sale a caminar! ¿Por qué somos tan diferentes?”.
Y me acuerdo que llegaron estos misioneros, y la vieron a mi abuela sentada, y no pararon de sacarle fotos. Y yo no entendía y me preguntaba ¿por qué le sacan fotos a mi abuela? ¿Qué es lo que los llama? Y lo que pasaba era que al margen de su misión evangelizadora, vieron a una persona que nada tenía que ver con su cultura y eso les llamaba la atención.
Y yo me sentí muy mal. Mi madre no me daba respuestas. Dentro de nuestra casa le hacíamos todo tipo de planteos que tenían que ver con esto. Hasta que finalmente mi madre decide traernos de vuelta al sur para que conozcamos nuestra verdadera raíz. Ahí cambió absolutamente todo para mí.
Y no tuve más dudas de todo esto que yo me preguntaba, y encontré las respuestas a partir de ese gesto de mi madre. Y aparte conocí una gran cantidad de familiares, primos, sobrinos, fue un hecho que a mí me marcó muchísimo, cuando yo tenía más o menos 12 años.
Estábamos en el mirador, que es el lugar de origen de mi madre y de mi abuela, y a partir de esa necesidad de interpretar eso que nos genera inspiración, que es nuestra espiritualidad, también lograr comprender la forma organizativa política del pueblo mapuche. Y esto vinculado a la espiritualidad.
Así vamos entendiendo, por ejemplo, lo que quiere decir “Rehue”. Rehue es espacio sagrado. Re quiere decir algo puro, Hue es lugar. Ante la guerra, las diferentes comunidades hacían las alianzas, inclusive en lo militar, pero no lo hacían desde un punto de vista militar, sino que lo hacían desde el Rehue, que es a su vez el hecho más significativo de nuestra espiritualidad.
Y así entonces, se iban aliando los Rehues. Un Longko que dirigía una ceremonia, pasaba a ser dirigente ceremonial de nueve comunidades, y después de allí se duplicaba, se triplicaba. Iimagina entonces el espacio territorial que iban aliando. Hasta llegar a una instancia muy importante que era él Aukin: el Consejo de Todas las Tierras, y cuentan que iba de Gullumapu a Puelmapu, esto es, de lo que es ahora Chile, hasta lo que es ahora Argentina. Esta es la alianza, y ocurría únicamente en épocas de guerra.
¿Cuál es el estado actual de la lucha del pueblo mapuche?
Hay momentos de mucha efervescencia y otros no tanto, donde la lucha vuelve a caer, pero es indudable que el pueblo mapuche goza de cierta salud. Por eso es que permanentemente el Estado está en conflicto. No es que el pueblo mapuche tenga un conflicto, el conflicto lo tienen los del Estado. Y evidentemente algo está ocurriendo.
Tanto en lo que es ahora Chile, como dentro de lo que es ahora Argentina, está el grado de eficacia de la nueva generación que está recuperando nuevamente el conocimiento y la espiritualidad, tanto como la lucha, y son las mismas comunidades la que están planteando la forma de la recuperación. Yo estuve en Trelew hace muy poco, y conocí hermanos que están con una conciencia impresionante.
¿Y en términos de articulación y relación con la lucha de otros pueblos originarios de Latinoamérica, se están dando pasos?
Sí. La lucha es una y diferente a la vez. Hay muchas alianzas que se está logrando con otros pueblos, a veces son difíciles de sostener, dadas las distancias, pero también dado lo difícil que es obtener acciones conjuntas, porqué la propia realidad te supera.
En mi caso, viajé en un par de ocasiones a Europa, y estuve con unos Originarios en el norte de Suecia. Cuando llegué ya me había contactado con ellos antes, porque ya había existido un encuentro de su pueblo con el pueblo mapuche, por similares características de la realidad, por muchas cuestiones comunes. Y así, debido a este trabajo elaborado por el pueblo mapuche, fui a encontrarme con ellos.
También a nivel latinoamericano hay una articulación profunda, aunque no es muy fluida. Por ejemplo en el aspecto de turismo, hemos estado participando con el pueblo Kuna, aunque esta articulación es bastante incipiente.
Tenemos que tratar de que quede bien en claro las características de las luchas, no por que existan grande diferencia, sino para que quede clara la diversidad cultural que nos abarca.
¿Cómo se ve, desde tu visión como un luchador del pueblo mapuche, la realidad del continente en la actualidad?
Si comparamos la situación actual con la de los 90, no hay modo de afirmar que estamos igual. Te cuento que una vez conocí a una persona, ya mayor ella, no era mapuche, pero sí una luchadora, que ya no está en vida. Y me dijo: “tienes que tener siempre esta fórmula para que puedas funcionar, y es ser pesimista en tu pensamiento, y optimista en tu corazón”. Esta señora se llamaba Amanda Peralta. Una mujer que estuvo detenida, a la que le robaron el hijo, y finalmente terminó exiliada en Suecia.
Ella me puso al tanto de lo que iba a pasar en Argentina, porque decía conocer a todos los partícipes de la situación. Las personas que estaban intentando hacerse del poder. Ella fue combatiente en su tiempo.
Hoy, a nivel global, latinoamericano, y especialmente en los países que como Brasil, Venezuela, incluso Argentina, se ve que tienen una mirada esperanzadora, pero si uno profundiza, despojado un poco de tanto optimismo, y hacemos un análisis de las cosas más profundas, evidentemente ese optimismo no tiene mucha razón de ser.
Hoy la realidad que están viviendo las comunidades, y no sólo las comunidades mapuche, sino todas las comunidades de los otros pueblos, los campesinos pequeños, es el avance sistemático de las mineras, de las petroleras, 320 mil hectáreas en Río Negro para la explotación del monocultivo es una cosa tremenda.
Ahora bien, esto no es el capricho de un gobierno, sino que es una acción articulada, y así uno dimensiona que en este gobierno se aprobó la ley antiterrorista. ¿Por qué existe esa ley? Si se está trabajando tanto en el campo de los derechos humanos ¿por qué existe la ley antiterrorista? El ejemplo que tenemos nosotros para ilustrar esto, es lo que pasó en Chile. Al movimiento mapuche lo reprimen a partir de la aplicación de esa ley, y así el Estado chileno se coloca a la derecha del pinochetismo.
No hay un debate profundo sobre la concentración de la tierra. Tampoco sobre lo que es el territorio extranjerizado. Yo no he escuchado un debate entre los políticos sobre esto. Ni de los gobiernos que nos han precedido, ni de este gobierno. Todo lo contrario, hay un avance más que evidente sobre estos temas, y frente a esto hay una tibieza de algunas leyes que han surgido, para impedir desalojos, todas acciones defensivas, para parar, detener, pero no para avanzar.
Por ejemplo, no hay un acompañamiento, que pasa por lo económico pero también por lo cultural, de un planteo de vida sobre las comunidades del pueblo mapuche, que pueda retomar su espacio territorial. Te imaginas como una acción así, acompañada por el Estado, generaría un impacto favorable en las grandes urbes. Pero toda la política asistencialista apunta a la vida en la urbanidad. Todo, hasta las obras públicas. Están todas focalizadas en la urbanidad. Creo que tienen la intencionalidad, pero por qué no mejoran las condiciones de vida en las comunidades mapuches. Porque todo se construye en la urbanidad.
Hay una seducción permanente sobre la gente, para despoblar la zona rural, y seguir engrosando la vida del pueblo, o en las ciudades, con propaganda y otras cosas. Y la verdad es que la gente se muda al pueblo, y se encuentra con una realidad que nada tiene que ver con lo que fantaseaban.
Y así, para mí, mucho no han cambiado las cosas en el Continente. Incluso en algunos aspectos, podríamos decir que hubo un retroceso. Con respecto a la esperanza y el anhelo de encontrar un cambio en las comunidades.
Cuando hablan del Estado plurinacional, a mí me parece un despropósito que las comunidades y las organizaciones mapuche hablen de eso. ¿Cómo podemos hablar de un Estado plurinacional, con los derechos más elementales tan cercenados?
¿Cómo hablar de educación intercultural cuando tenemos un Estado que está permanentemente marcando el destino de las comunidades, y el destino de la gente que vive en los pueblos? Me parece que en materia de derechos humanos, con respecto al tema indígena, mucho no ha cambiado.
Quizás tenga una visión muy pesimista, pero lo que sé es que Benetton sigue teniendo sus hectáreas, y otros llegan y compran un lago y lo hacen privado, qué les dan licencia a las mineras para que sigan explotando y explotando, y entonces me preguntó ¿Qué cambio?
Lo que también debemos notar, es que siempre que hay opresión, hay una reacción. Y entonces también lo que está sucediendo es que el pueblo mapuche va generando espacios, y planteando salidas, planteos que tienen que ver con el análisis de que entendemos por sociedad diversa. Qué se entiende por estado argentino, y qué se entiende por pueblo argentino, y en ese sentido creo que hay propuestas para el cambio. Y las propuestas que emanan del pueblo mapuche tienen necesariamente que tener un planteo que apele a, y se ha nutrido por, la sociedad no mapuche. Si no, no tiene sentido.
¿Y cuáles serían esas propuestas? Porque me parece que lo que dijiste anteriormente viene de “ser pesimista en el pensamiento”, entonces, ¿cómo es la parte de “ser optimista en el corazón”?
Yo creo que la propuesta es poner primero el hecho práctico, ejercer la idea de que puede existir una forma mucho más legítima de orientación, de diferentes sectores de la sociedad.
Yo personalmente no creo en este sistema capitalista, este sistema político, y estoy hablando inclusive de este sistema democrático. Creo que el pueblo mapuche está demostrando, mediante la recuperación de una forma más horizontal, que podemos dejar de lado esta lógica tan verticalista de ejercer el poder, y eso ya implicaría una forma de cambio. El ejercicio pleno de una vivencia más horizontal.
Esta horizontalidad todavía está en pañales, existe el caudillismo, existen mezquindades, pero todo apunta a que esto poco a poco se vaya a nutriendo. Y creo que en gran parte de la sociedad civil se va entendiendo esto.
Acá, por ejemplo, me parece muy valioso lo que está pasando con la clase trabajadora y la recuperación de los espacios, aquellos en que los empresarios han quebrado, y estoy hablando de las fábricas recuperadas por ejemplo. Recuerdo haber charlado con los compañeros de este movimiento, los de la ex-Zanon, de los acuerdos que tenemos, recuerdo que ellos fueron los primeros que nos tendieron la mano cuando tuvimos la loca idea de decir “podemos nosotros”, los mapuche.
Me parece maravilloso que se pueda dar esa articulación despojada de mezquindades. Y así, hay muchos ejemplos: las recuperaciones territoriales de acá, generan la solidaridad de mucha gente no mapuche.
Y estamos buscando también escalar un peldaño más, avanzar un poquito más, porque la solidaridad tiene que darse despojada de esa idea del paternalismo, y eso se logra a partir de la misma experiencia.
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