Pascual Serrano/Mundo Obrero
Como es sabido, uno de los protagonistas de la crisis financiera que se inició en 2008 en Estados Unidos, junto con la entidad Morgan Stanley, fue un banco de inversión llamado Goldman Sachs. Abocado a la bancarrota, en septiembre de 2008 la Reserva Federal estadounidense decidió que dejase de ser un banco de inversión para convertirse en un banco comercial y tuvo que ser rescatado con diez mil millones de dólares públicos. En abril de 2010, la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos acusó a Goldman Sachs de fraude por las hipotecas subprime. En los juzgados la entidad financiera está acusada de emitir obligaciones de deuda a partir de valores respaldados por hipotecas que se preveía que fallaran y comercializarlas para sus clientes presentándolas como una buena inversión. Así, las autoridades bursátiles estadounidenses calculan que los ingenuos inversores de Goldman Sachs perdieron en torno a 740 millones de euros (El País, 17-4-2010).
No solamente esto, Goldman tuvo un papel central a la hora de ayudar a Grecia a ocultar el déficit presupuestario de su gobierno a la Unión Europea, los mercados financieros y la opinión pública en general. Goldman vendió a Grecia unos complejos canjes en los que pagaba al gobierno griego por futuras fuentes de ingresos por conceptos tales como tasas de aterrizaje en aeropuertos. Se trataba en realidad de un préstamo, pero el canje permitía al gobierno griego evitar que el dinero prestado pasara a los libros como préstamo, lo que habría elevado su déficit presupuestario por encima de los límites permitidos en la zona euro (The Guardian, 20-4-2010). También hizo más negocios con Grecia, Goldman Sachs gestionó colocaciones de bonos griegos por importe de unos 15.000 millones de dólares (unos 11.000 millones de euros al cambio actual) tras llevar a cabo una permuta de divisas que permitió al Gobierno de Atenas ocultar la verdadera cuantía de su déficit. Goldman ganó unos 735 millones de euros con la colocación de bonos griegos desde 2002, según datos de la agencia de noticias financieras Bloomberg News (El País, 18-2-2010).
¿Y por qué contamos ahora esto? Porque entre enero de 2002 y enero de 2006, mientras se cocían todos estos petardos financieros, el vicepresidente de Goldman Sachs era un señor que se llama Mario Draghi. El mismo que los líderes de la Unión Europea en una cumbre de Bruselas acaban de nombrar presidente del Banco Central Europeo. Ejercerá su cargo desde el 1 de noviembre de 2011, al 31 de octubre de 2019. El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, afirmó que Draghi “ejercerá un liderazgo fuerte e independiente” de la institución, “continuando la tradición establecida por sus antecesores”. Hasta ahora solamente habíamos dedicado fondos públicos a salvar a las grandes financieras que habían provocado la crisis, ahora ya contratamos a sus directivos para gestionar la economía pública.
Y una última anécdota. Recordemos que los ciudadanos de Islandia decidieron en referéndum que no estaban dispuestos a que su Estado asumiera el pago de 3.700 millones de euros a la banca privada del Reino Unido y Holanda. El gobierno islandés, que defendía el pago, se quedó muy abrumado y dijo que entonces el país no podría acceder a los mercados financieros. Sin embargo no hubo ningún problema para colocar en el mercado bonos a cinco años. Su precio se estableció a un tipo del 4,875% (Público, 11-6-2011). Lo curioso es que otros gobiernos más disciplinados con el mercado deberán pagar un interés mayor para que los inversores se interesen por sus bonos y los compren. Los bonos irlandeses se pagan al 15% y los griegos al 25%. Hasta el Estado español deberá pagar más interés que el islandés para que los inversores se los queden, el 5,6%. De modo que ni los mercados te premian cuando eres servil.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es ¿El mejor del los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman “democracia” (Icaria)
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